El efecto Rashomon es el producido por la subjetividad y la percepción personal a la hora de contar la misma historia o situación, por lo que los individuos que la cuentan, o la escriben, lo hacen de forma diferente, pero de manera que cualquiera de las versiones puede ser razonablemente posible, sin tener que ser por ello falsa ninguna de ellas, solo que están influidas por la propia variabilidad individual. El llamado efecto Rashomon es bien conocido en el campo de las ciencias sociales y hace referencia a la inevitable subjetividad que afecta a todo testimonio, de manera que los diversos relatos de unos mismos hechos constituyen hechos distintos, pudiendo ser todos igualmente plausibles.

El nombre «Rashomon» está inspirado en la película homónima de 1950 dirigida por el genial cineasta japonés Akira Kurosawa, cuyo argumento no viene ahora a cuento. Sólo decir que el director se basó para elaborar el guión de su película en dos cuentos de Ryūnosuke Akutagawa: “Rashomon” y “En el bosque”.

Los filósofos pos modernos se apropiaron de la idea para significar que la verdad es siempre subjetiva y que al contar una misma historia cada uno la contará según su subjetividad, adaptando los hechos a su conveniencia y, al estar emocionalmente comprometidos con aquéllos, nunca se podrán discernir como verdaderos. Es una posición relativista que echa por tierra el objetivo de la Historia como disciplina, pero cuya base no es sólida, porque no se pueden negar hechos ocurridos y demostrados objetivamente, tanto en el presente, donde es fácil comprobarlo (por ejemplo el pasado terremoto en Turquía es una realidad histórica) como en épocas pretéritas, donde la investigación requiere más exahustividad por la distancia en el tiempo y por el análisis que precisan las fuentes empleadas para destacar el hecho histórico, pero que, tras dicho estudio, puede llegar a verdades muy plausibles, por ejemplo Julio César y Cleopatra existieron.

Pero, en realidad, el efecto Rashomon, según palabras del propio director de la película, no es tal y como lo han definido aquéllos filósofos negacionistas del valor de la historia. La idea más bien se centra en que aunque cada observador tiene su manera de vivir y relatar los hechos, esto no atenta contra la veracidad de los mismos, si no que toca averiguarla a partir de los diferentes relatos, siendo sin lugar a dudas verdaderos algunos de ellos y falsos otros.

En el ámbito jurídico, se utiliza el término “efecto Rashomon” para definir las contradicciones que presentan las declaraciones de varios testigos, con una intención más cercana al escaso valor de la memoria o a como ésta retiene aspectos esenciales para unas personas que no lo son para otras, según sea la historia personal de cada una de ellas.

La cuestión, trasladada al estudio del Jesús histórico, en general, y a los Evangelios en particular, sería, ¿escribieron los autores de los evangelios sus libros dominados por un efecto similar al denominado efecto Rashomon o, por el contrario, lo hicieron conscientes de que elaboraban unos textos para desarrollar una cristología encaminada hacia la divinización de un predicador galileo del siglo I llamado Jesús de Nazaret? O dicho de otra manera, ¿estuvo influenciado cada evangelista por su emocionalidad y su subjetividad acerca de los relatos que había recibido, bien orales, bien escritos, a la hora de escribir su evangelio o fue un hecho consciente, premeditado y diseñado por cada uno de ellos para conseguir un fin determinado, como el de ensalzar a un Mesías tan necesario ante las calamidades que sufría el pueblo hebreo en el siglo I de nuestra era?

En cualquiera de los casos, es misión del historicismo crítico desentrañar que relatos bíblicos son plausibles de considerar verdaderos y cuales no. Hay bastantes contradicciones entre los diferentes evangelios, más notablemente, conflictos a la hora de relatar momentos cruciales como la Resurrección. ¿Quiere eso decir que porque en los cuatro se relata el hecho de la resurrección, esta ocurrió realmente? Evidentemente no, resucitar no entra en el campo de lo natural ni de lo posible, pero sí podemos analizar como cada evangelista (escriba o escribas de cada evangelio) o cada comunidad en la que se escribió cada uno de los evangelios, entendió un fenómeno que rondaba entre los primeros judeocristianos, la resurrección de su mesías, supuesto ninguno fue testigo presencial del hecho. Aún así, es muy probable que cada evangelista escribiera mediatizado por ese llamado efecto Rashomon, pues si hubiera habido un proceso consciente y premeditado de cada uno de ellos, no habrían tenido tantos errores y contradicciones en los relatos, hubieran mejorado las versiones anteriores, pero sin “tirar piedras sobre su propio tejado” como dice el profesor Piñero, es decir, sin relatar hechos o dichos que contradijeran la pretendida imagen idílica de un mesías pacífico y universal diseñado para ser Dios.

Fuentes:

Makinster, David (2015) Filosofía, un prefacio a Rashomon: https://www.youtube.com/watch?v=0vVETFktVNQ

Montagud Rubio, Nahum (2020) Revista Psicología y Mente (15 enero, 2020) https://psicologiaymente.com/social/efecto-rashomon

Piñero, A. (2018) El Nuevo Testamento. La visión de un filólogo, en Cuadernos de Filología Clásica. Estudios griegos e indoeuropeos 28, 195-205.

Prada García, Aurelio de (2018) Rashomon en Los Tribunales. Hechos Y Relatos Judiciales Sobre Los Hechos. https://acmspublicaciones.revistabarataria.es/wp-content/uploads/2019/06/1.3.corisco.De-Prada.Rashomon.46_62.2018.pdf